Los puentes de Madison County - Robert James Waller






“No será fácil. En un mundo cada vez más insensible, todos vivimos con nuestras corazas de turbia sensibilidad. No sé bien donde termina la gran pasión y empieza el sentimentalismo. Pero nuestra tendencia a mofarnos de la gran pasión y a rotular los sentimientos genuinos y profundos como sensiblería, dificulta entrar en el reino de la delicadeza necesaria para comprender la historia de Francesca Johnson y Robert Kincaid” (Fragmento de la introducción del libro Los puentes de Madison County)
Un día, una llamada sorprende al escritor estadounidense Robert James Waller. Era un hombre llamado Michael Johnson. Él y su hermana, Carolyn, aseguran tener una historia que puede interesarle.
Es la historia del romance entre Fracesca Johnson, la esposa de un granjero de Iowa y Robert Kincaid, un fotógrafo trotamundos.

Francesca Johnson

A los 45 años, Francesca, no espera mucho de la vida. Tiene una vida tranquila junto a su esposo Richard y sus dos hijos adolescentes, Michael y Carolyn. Ni siquiera pasa por su mente algún día retornar a su país natal, Italia. Allí, donde creció y albergó tantos sueños y fantasías, como el de vivir un gran amor.
Conoció a Richard, que en ese tiempo era soldado y decidió aceptar su propuesta de matrimonio e ir a Estados Unidos a vivir con él. La rígida vida de campo y la monotonía, poco a poco fueron adormeciendo los sueños de Francesca. Aceptó su rol de madre y esposa y dejó su trabajo como maestra.
En agosto de 1965, su esposo e hijos parten hacia una feria de ganado a exponer el novillo de Carolyn, al que tanto habían cuidado; se ausentarían cuatro días.

Robert Kincaid

Muchos decían que Robert Kincaid era un hombre diferente. No perseguía ambiciones materiales, era un amante de la buena música, la poesía y la fotografía, aunque no se consideraba un artista.
Estaba solo en el mundo. Sus padres no pudieron pagar la universidad, así que Robert se enlistó en el ejército y fue asistente de fotógrafo. Ahí descubriría una de las pasiones más grandes de su vida. Al dejar el ejército, recibe la noticia que sus padres murieron. Robert decide vende la casa y comprar equipo fotográfico de primera.
Ha visto el mundo, ha dormido en condiciones agrestes, ha besado a varias mujeres. De alguna manera, no era que vivía en su tiempo.



Sinopsis

Todo inicia la calurosa tarde de un lunes de agosto, de 1965, en el condado de Madison, Iowa, Estados Unidos. Fracesca Johnson se encuentra en el porche delantero de su casa, bebiendo un té helado, cuando una camioneta se acerca y se detiene en el sendero de su casa; de él baja un hombre alto, delgado y de mirada profunda. Su nombre es Robert Kincaid, es un fotógrafo de la revista National Geografic. Su trabajo en aquel pequeño pueblo consiste es retratar los puentes cubiertos de Madison County. Se encuentra algo perdido y decide detenerse a pedir indicaciones.
Francesca se detiene a mirarlo. Hay algo en ese hombre que ella misma no puede explicar. Quizá es que él es diferente a todas las personas que conoce en el pueblo y de los que ha estado rodeada desde que dejó Italia. Quizá es que ella puede sentir el alma de aquel hombre enigmático, solitario y de costumbres muy prácticas.
Francesca y Robert no sabían que aquel encuentro les cambiaría la vida…

Datos Bibliográficos

 Título original: The Bridges of Madiosn County
Autor: Robert James Waller
Editorial: Warner Books
Año: 1992
Páginas: 170
Lugar: Estados Unidos de América

Opinión

‘Los Puentes de Madison County’ nos coloca en la delgada línea en la que se conjuga el romanticismo, la pasión y la magia.
Es una historia de amor lo más alejada posible de la cursilería. Es real y así lo transmite al lector. Es un libro que me hizo reflexionar sobre limitado rol de la mujer en aquella sociedad, como madre y esposa, que bien se podría extrapolar a nuestros días. También nos habla de soledad, el conformismo y el sacrificio.
A lo largo del libro, Francesca se refiere a sí misma como “la esposa de un granjero de Iowa”, y en cierto modo, después de varios años de matrimonio, ella se sentía como una extensión de su familia, de su esposo e hijos. A sus 45 años no imaginaba ni buscaba enamorarse. Veía pasar su vida con apacible tranquilidad, con la resignación de alguien que esta en la culminación de una obra.
La llegada de Robert a su vida significa un despertar.



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