Un debut en la vida de Anita Brookner


 
Parte de la portada del libro.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer y me parece que no hay un día más idóneo para hablar de las mujeres en el campo literario, principalmente me referiré a una escritora inglesa y de las más influyentes de finales del siglo XIX y principios del XX, Anita Brookner (1928-2016) y su primer libro titulado ‘Un debut en la vida’ (1981).

 “A sus cuarenta años, la doctora Weiss comprendió que la literatura le había destrozado la vida”, así inicia lo que yo considero que sin duda será uno de los mejores libros que habré leído este año. Sé requiere de una gran conciencia de la propia existencia, que va más allá de la entrega a los simples placeres mundanos y poco comedidos de la vida, para llegar a tal conclusión.

La historia sigue de cerca la vida de Ruth Weiss, desde su precoz comprensión del mundo y la construcción de su universo moral a través de autores como Charles Dickens, durante su infancia, hasta su vida adulta en el albor de sus cuarenta años.

Ruth proviene de un hogar un tanto excéntrico. Su padre, George, y abuela emigraron desde Berlín a Londres, donde George se casó con Helen, una jovial y encantadora actriz inglesa, que disfrutaba de entretener a los demás y de pláticas superfluas sobre su propia vida. Su padre la adoraba y estaba dispuesto a pasar todo el tiempo que pudiera junto a ella, todo el tiempo que le dejara libre su oficio de librero. Ambos vivían en una eterna luna de miel, regodeándose en sus placeres juveniles y deseos egoístas.

Por lo que, Ruth crece bajo la protección y cuidados de su abuela y la que los libros pudieran ofrecerle. Aquí comienza la historia de autodescubrimiento de una joven sumida en las ideas y la moral extraída de la literatura, completamente ajena a las costumbres más mundanas y prosaicas de la vida.

Ruth, llega a preguntarse: “¿Era la vida real siempre tan ociosa? ¿O era la vida real el destilado de la decepción de la rutina diaria?”.

La literatura del novelista francés Honoré de Balzac, y sobre todo el papel que desempeñan sus personajes femeninos, será una pieza clave para entender varias referencias dentro de esta historia.

“Y es que la fortaleza moral, como sabía la doctora Weiss, aunque jamás se lo dijera a sus alumnos, era del todo irrelevante para dirigir la propia vida; era mejor, o al menos más sencillo, tener encanto. Y atractivo. A veces se percataba de que esa obsesión por Balzac le venía de que era él quien le había hecho esta revelación, aunque demasiado tarde”.

Anita Brookner nos muestra la vida de Ruth, una vida, podríamos decir, algo común, sin grandes sobresaltos, a través de la belleza de lo cotidiano, de largos paseos, horas en la biblioteca, las nostálgicas calles parisinas y un hogar que roza el descuido. Tras la muerte de su abuela, la única persona que mantenía aquel hogar con los pies en la tierra, Ruth se convierte, y por mucho, en la persona más sensata y prudente en él, incluso siendo aún una niña.

De adulta, cuando aún empieza a disfrutar de los placeres de la vida, es asediada por la irrenunciable responsabilidad de hacerse cargo de sus padres, quienes solicitan sus cuidados. Ella se ve dividida entre lo que debería hacer frente a lo que quiere hacer.

Pese a la inestable relación que Ruth establece con sus padres, la autora tiene la gran habilidad de hacer que el lector no sienta aversión por la conducta de ellos, sino que la retrata de manera empática, un tanto cómica y hace que todo sea perdonado.


Sobre la autora


Anita Brookner nació en Londres en 1928, pasó largas temporadas en París y falleció el 2016 en su ciudad natal. Hija de inmigrantes polacos. Es una autora y académica inglesa. Se licenció en Historia en el King’s College de Londres, se doctoró en Historia del Arte en el Courtauld Institute of Art, también de Londres.  Es autora de 23 libros, publicó su primera novela de ficción ‘A Start in Life’ traducido como ‘Un debut en la vida’ en el año de 1981, a la edad de 53 años y posterior a este publicó uno cada año hasta el 2011. Ganó el premio Booker el año 1984 con Hotel du Lac.

La crítica no ha sido muy indulgente con el trabajo de esta autora. Cito a continuación algunas palabras del escritor británico Julian Barnes, de un texto originalmente publicado en The Guardian el 18 de marzo de 2016, ocho días después del fallecimiento de Anita Brookner, y que ahora forma parte del prólogo de ‘Un debut en la vida’.

“La prensa (principalmente masculina) le dio el apodo de «la modesta Anita» y, despreciando su brillante carrera de historiadora del arte, decidió encasillarla como una solterona solitaria sin éxito en la vida que, una vez al año, escribe una novela para reconfortarse: la versión chic de buscar consuelo en una caja de bombones Quality Street. Interpretaron en clave autobiográfica la primera frase de su novela, Un debut en la vida: «A sus cuarenta años, la doctora Weiss comprendió que la literatura le había destrozado la vida». A los cuarenta años, la doctora Brookner se convirtió en la primera mujer que accedía a la cátedra de arte Slade de Cambridge. La literatura le había ayudado a comprender el mundo y seguía ayudándola. Y, más adelante, cuando decidió escribir ficción, la literatura le proporcionó una doble ración de reconocimiento, de otra clase”.

Barnes también destaca lo siguiente sobre la autora:

“Su ficción presenta a menudo una antítesis moral que enfrenta a quienes son virtuosos, sinceros, amables y elegantes con quienes son ricos, vulgares y descuidados. Los segundos son más felices que los primeros, porque no tienen ni integridad moral ni la capacidad de tomar conciencia de sí mismos o dudar de sí mismos. En el universo de Brookner, la liebre siempre gana a la tortuga, y creer o esperar lo contrario es una muestra de sentimentalismo. Esta era su visión de la vida, firme e inquebrantable. Pero el crítico o el biógrafo que se viera tentado por la idea de que Brookner apela en cierto modo a nuestra simpatía, se equivocaría de medio a medio. Era la persona menos dada a la autocompasión que he conocido nunca. Sabía que el mundo era injusto y consideraba ingenuos a quienes no lo veían”.



Pienso que estamos en una época en la que debemos destacar la labor de las mujeres, en todos los ámbitos, no sólo en este día. No basta con felicitar y dar flores, tenemos que voltear a mirarlas y valorar su trabajo por lo que es y sobre todo conocerlas.

El 27 de octubre del año 2018, el diario El País de España, publicó un texto de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, titulado ‘El silencio es un lujo que no podemos permitirnos’, que decía lo siguiente:


“Hoy en día, en todo el mundo, las mujeres están hablando alto, pero sus historias siguen sin oírse realmente (…) Hoy en día existe un gran vacío en el espacio imaginativo de muchas personas en todo el mundo. Es imposible sentir empatía por las mujeres porque las historias de mujeres no se conocen verdaderamente; las historias de mujeres no se consideran universales (…) Es hora de que dediquemos más que simple palabrería al hecho de que los relatos de mujeres son para todos, no sólo para las mujeres. Sabemos por las investigaciones que las mujeres leen libros escritos por hombre y por mujeres, pero los hombres leen libros escritos por hombres. Es hora de que los hombres lean a las mujeres. Es hora de poner fin a esa pregunta de ¿qué quieren las mujeres?, porque ya es hora de que todos sepamos que las mujeres quieren simplemente ser miembros de pleno derecho de la familia humana”.



Concuerdo con Chimamanda, las voces de las mujeres tienen que oírse. No he conocido personajes femeninos mejor construidos y acordes con la realidad, a los que comprendo y hasta me identifico, que los retratados por mujeres. Últimamente he visto verterse una ingente cantidad de comentarios, nada positivos, en redes sociales con hechos que involucran a mujeres. Pienso que hace falta empatía, hace falta conocer a las mujeres, y no me refiero a una charla trivial, sino a ver dentro de su alma, saber lo que piensan y cómo se sienten aquellas mujeres de nuestro entorno más cercano, tu hermana, tu madre, novia, amiga. Quizá así podamos construir un mejor futuro para todos.



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