No puedo sentir menos que satisfacción al traer
algunas apreciaciones de la autora boliviana Paola Senseve, en este artículo. Hoy se habla de mujeres en el campo de las letras, de la importancia de visibilizarlas,
de rescatar sus obras y de proyectos que apoyan a las mismas.
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Desde hace dos años, aproximadamente, he dedicado mis lecturas a escritos de mujeres y el tiempo parece escaparse de mis manos al leer a voces femeninas, en ficción o no ficción, en verso o prosa. Nunca es suficiente, no para leerlas a ellas.
Pero, ¿por qué hablamos de leer a mujeres?
En una transmisión en vivo, a
finales del mes de abril, la escritora boliviana Paola R. Senseve Tejada, emitió
importantes juicios sobre este tema, con un amplio conocimiento del panorama literario
nacional, y del cual tomé breves apuntes que me gustaría rescatar en este
artículo.
Mientras escuchaba a la autora contar su experiencia,
no pude evitar ver reflejada en ella, mi propia vivencia, y es que remontarnos
hacia el momento en el que comenzamos a leer de manera concienzuda y a
cuestionarnos sobre nuestras lecturas, marca un punto de inflexión, que, en mi
caso, llegó un poco más tarde.
La joven autora, relató, “mi vida de lectora comenzó
a los 14 años; conmigo buscando lecturas un poco más allá de lo que me podía
ofrecer el colegio. Me encontré con los clásicos, del ‘Boom’, ¡oh curioso!
todos eran hombres. Leí a Gabriel García Marqués, Julio Cortázar, etc. Todo fue,
para mí, un poco lineal hasta que me di cuenta que existían escritoras, que había
mujeres que hacían literatura, que escribían. ¡Sí, a los 14 años!”, lo dice con
una tímida risa que lucha por esconderse en el rouge de sus labios, como
para refugiarse ante su propio asombro.
No es curioso que muchos de los títulos que
marcaron la historia de la literatura latinoamericana y boliviana, pertenezcan
a varones, dadas las condiciones sociales de cada época y lo que “ser” varón y “ser”
mujer, representaba en las mismas.
Pocos son los nombres que escaparon de aquella
sombra, como el de la poetiza Adela Zamudio, Lindaura A. de Campero y Yolanda Bedregal
(los únicos nombres de mujeres que los años en el colegio me legaron) en el
territorio nacional. Dentro de la literatura latinoamericana, quizá, solo
podría nombrar a la escritora chilena Isabel Allende, como una de las pocas a
las que llegué a leer durante los años de formación académica.
Paola cuenta que creció en un hogar que no tenía una biblioteca grande, pero su mente ávida de nuevas historias se nutrió con lo que la enseñanza académica podía ofrecerle y lo que la biblioteca de un tio cercano tenía para ella. “Llegó un momento en el que conocí
a Giovanna Rivero, escritora cruceña, fantástica y maravillosa. Allí cambió mi
vida. Allí, yo dije: “quiero ser así, quiero ser como Giovanna”. Comencé a leer
de manera distinta, con una intención más pedagógica, con una intención de,
quizá, en algún momento, dedicarme hacer eso que me gustaba tanto consumir”.
En el olvido: Hilda Mundy y María Virginia
Estenssoro
Leer a mujeres, es también, rescatar la memoria perdida, aquella a la que no hemos tenido la oportunidad de escuchar y de conocer. La literatura, es y ha sido, un registro de nuestra historia, de los valores de la época o las miserias de la misma, sea cual fuere, nos retrata un contexto. De allí, la importancia de leer a la otra mitad de la población, a las mujeres y su manera de contarnos la vida.
La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, fue más allá y sentenció, durante la inauguración de la 70° Feria del Libro de Frankfurt, en el 2018:
“Las mujeres todavía son invisibles. Sus
experiencias todavía son invisibles. Las historias sobre mujeres están lejos de
volverse universales, a pesar de que son escritas para todos nosotros. Es
tiempo de que los hombres comiencen a leer a las mujeres”.
Para Senseve, es “resarcir un error”. “Llegó un
punto en mi historia de lectora, que fue bastante consciente y al mismo tiempo
no, y político también, donde me di cuenta que estaba leyendo solo a escritoras
mujeres. Era como un resarcir un error, que tenemos por tanto tiempo. Dos de
mis escritoras bolivianas favoritas han sido olvidadas por nuestro canon,
por la crítica y recién en estos años hemos podido recuperar sus obras".
Ellas son, Hilda Mundy1 (1912-1982)
y María Virginia Estenssoro (1902-1970), sus nombres no figuran dentro del plan del sistema educativo boliviano, son nombres del que pocos o nadie ha oído hablar. Ambas fueron escritoras prominentes, adelantadas a su época, con textos, como los define Paola "vanguardistas". En vida, Hilda Mundy, publicó un único libro y, después, su nombre se apagó hasta desaparecer entre los trajines de la enrevesada historia boliviana.
Paola, señala, "Hilda Mundy, es una escritora de la Guerra del Chaco
(1932-1935), tiene muchos textos que hablan de esta guerra. Cuando yo conocí
estos textos, me mostró otro mundo, en el que estos eventos importantes de
nuestra historia eran narrados por mujeres y cómo y desde qué lugar y hacia qué
lugar, estas mujeres también podían hablarnos, y en el caso de Hilda Mundy, con
muchísima ironía, con muchísima crítica social, política, bastante política,
ambas escritoras, de un contexto que solamente conocíamos narrado por hombres”.
La
fuerte crítica de los textos de Hilda hacia las politicas gubernamentales, durante la Guerra
del Chaco y posterior a ella, pesarían sobre toda su obra, que sería censurada y acallada hasta nuestros días.
No fue hasta agosto del año 2016, en el que el proyecto editorial más grande del país, La Biblioteca del Bicentenario de Bolivia, reeditó y compiló toda la obra producida por Hilda Mundy, entre ellos su primer libro, 'Pirotecnia' (1936) y sus crónicas y textos, que en su época, fueron publicados en los diarios de Oruro.
Casi a la par, que Hilda, en el año 1937, la primera obra de María
Virginia Estenssoro, ‘El occiso’, vio la luz, también fue su primer libro. Senseve, destaca, "es un libro absolutamente maravilloso, en el que María
Virginia, maneja muy bien, a mi parecer, la poesía y la narrativa".
Durante el 2019, el proyecto editorial Dum Dum editora, se dio a la tarea de revivir esta obra y colocarla en los anaqueles del país, donde actualmente, se encuentra disponible.
Por escritoras y para escritoras
Durante el año 2017, dos editoriales peculiares nacieron en Bolivia, Dum Dum editora y la colección Mantis Narrativa, esta última con un claro enfoque de apoyo a las escritoras. Ambos
proyectos, son impulsados por mujeres sumergidas en el campo de las letras, por escritoras.
Paola, mencionó, “Dum Dum editora, dirigida por Liliana Colanzi2, ha rescatado ‘El occiso’ de un olvido y colecciones como ‘Mantis
Narrativa’, que es una colección de Plural, dirigida por Giovanna Rivero3
y Magela Baudoin4, han tomado la decisión política de solamente
publicar escritoras mujeres. La colección de Mantis es fantástica, es de primer
nivel”.
Senseve: “Los mejores exponentes de la literatura
boliviana, actualmente, son mujeres”
Durante el en vivo, una espectadora, se animó a lanzar una pregunta contundente y de la misma forma recibió una respuesta que no se atrevió a dejar lugar a cualquier cavilación o duda. La cuestionante fue: En Bolivia, la literatura ¿sigue siendo machista?
A lo que la joven poeta respondió: “Todos los espacios de nuestras vidas siguen
siendo machistas (…) lo era cuando comencé a escribir, cuando publiqué mi
primer libro en el 2008. Lo era, bastante y lo sigue siendo, de lo contrario no
habría necesidad de estos proyectos que mencionaba, del
pronunciamiento, de espacios donde las mujeres puedan publicar y
desarrollarse profesionalmente.
En las ferias de libros de todo el país, en Santa Cruz,
La Paz, hemos podido observar cómo sigue habiendo mesas, conversatorios, donde
se debaten sobre literatura contemporánea, poesía y solamente se invitan a
hombres, como si mujeres no harían también el papel. Siguen existiendo una
serie de excusas para este tipo de comportamientos, cuando a mi parecer y al
parecer internacional, los mejores exponentes de la literatura boliviana, actualmente,
son mujeres”.
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Paola Senseve (Cochabamba, 1987). Creció en Santa Cruz. Es escritora y licenciada en Psicólogía. Ha publicado poemarios como, ‘Vaginario’ (2008, La Hoguera), ganador del II Premio Nacional de Escritores Nóveles de la Cámara del Libro y Petrobrás; ‘Soy dios’ (2011, La Hoguera), ganador del Premio Nacional de Literatura Santa Cruz de la Sierra; y ‘Ego’ (2014, Ediciones Liliputienses, España). Fue ganadora del Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal 2019, con su obra ‘Codex Corpus’.